ERMITA DE SANTA Mª DE HORTA (ss. XII-XIII)

ERMITA DE SANTA Mª DE HORTA (ss. XII-XIII)

DESCRIPCIÓN

La ermita de Santa María de Horta representa la única manifestación de arte románico conservada en Caspe. Su nombre hace referencia a su primitiva ubicación, en un paraje que fue huerta del antiguo poblado de Miralpeix, localizado a varios kilómetros de Caspe, cerca del actual término municipal de Fraga. Esta ubicación también hizo que durante mucho tiempo fuera conocida como la ermita del Fondón, pues este era el nombre otorgado al paraje, sito a orillas del Ebro, donde se decía que el río alcanzaba una importante profundidad.

También se la llamó “de la Tumba”, ya que a escasos metros se localizaban los restos de un mausoleo de época romana (no confundir con el llamado mausoleo de Miralpeix); así como “del Santo Cristo”, por albergar desde antiguo una imagen devocional con esta iconografía. Este paraje, la ermita y la densa alameda anexa quedaron sumergidos por las aguas del río Ebro tras la construcción del embalse de Mequinenza en 1965.

La reconstrucción que podemos contemplar actualmente en el cabezo de Monteagudo responde al traslado de sus restos en 1973. La ermita presenta una planta en forma de “ojo de cerradura”, con una única nave que se ensancha hacia los pies, dividida en cinco tramos y cubierta con una techumbre a dos vertientes apoyada en arcos diafragma apuntados.

Culmina en un ábside semicircular peraltado en el que se abren tres vanos abocinados. La cubrición del ábside se realiza mediante un tejado de lajas de piedra que destaca por el escalonamiento que forman sus gradas. El alero sobre el que carga la cubierta está formado por una cornisa moldurada en piedra que apea en mensulillas molduradas semejantes a roleos esquemáticos. En la unión entre el ábside y el espacio de la nave se alza la espadaña, resaltada por un muro, con una configuración que no se corresponde con la original del edificio.

La ermita presenta, por tanto, un lenguaje plenamente románico en la zona del ábside, incorporándose elementos propios del gótico (arcos apuntados) en la nave. La construcción se realizó en piedra sillar y lajas de piedra para la cubierta del ábside. En la reconstrucción que se puede contemplar actualmente se han empleado los materiales originales en la práctica totalidad del ábside, mientras que de la nave se han conservado los arcos que separan cada uno de los tramos en el interior y el arranque de los muros exteriores.

Para completar la edificación se han utilizado elementos y materiales de nueva construcción, recreando a los pies la portada de época gótica en arco apuntado y, en el lateral de la nave, la puerta en arco de medio punto abierta en el siglo XVI.

El interior presenta un aspecto alejado del que debió presentar el templo en origen, adaptado a un uso civil y con la cubierta decorada con un esquema de franjas polícromas. Destacan los arcos fajones, y en especial el que separa la nave de un ábside, que, al interior, se cubre con bóveda de horno o de cuarto de esfera.

HISTORIA

Si por algo resulta interesante la ermita de Santa María de Horta, al margen de sus valores arquitectónicos y artísticos, es por su agitada historia.

Resulta especialmente interesante el hecho de que, a escasos metros de la ermita en su ubicación original, se hallaban los restos de un mausoleo de época romana que debía ser similar en origen al llamado “mausoleo de Miralpeix” (este último trasladado a los jardines de la iglesia de Santa María la Mayor). Parece ser que estos dos mausoleos, el del Fondón y el de Miralpeix, estarían conectados por lo que algunos definieron como restos de una antigua calzada.

Estos testimonios ponen de manifiesto el hecho de que la zona estuvo habitada, al menos, desde época romana, en relación con la utilización agrícola de la ribera del río Ebro a través de explotaciones de mayor o menor tamaño que, a menudo, tenían como centro las conocidas como villae. De los restos hallados del mausoleo del Fondón, sólo algunos escasos fragmentos fueron rescatados de la citada inundación del embalse.

La construcción de la ermita de Santa María de Horta se remonta a finales del siglo XII y principios del XIII, a partir de la repoblación del término de Miralpeix que se llevó a cabo hacia 1178, según indican algunas fuentes indirectas.

A este primer momento correspondería el ábside románico, un estilo que se mantendría vigente en una época en la que, en los grandes centros económicos y culturales, ya se imponían las formas góticas. La influencia de este nuevo lenguaje gótico se aprecia especialmente en la nave de la ermita de Santa María, que algunos autores han considerado una ampliación de otra anterior. Lo que es seguro es que el característico uso de arcos apuntados se aplicó tanto a la articulación de la propia nave en cinco tramos, como a la portada abierta a los pies.

Se atribuye al siglo XVI la apertura de una puerta en el lateral de la nave, en forma de arco de medio punto con grandes dovelas y línea de imposta moldurada. Esta puerta se encuentra actualmente perdida, aunque se recuerda en la abertura lateral de la actual ermita.

La ermita fue lugar de devoción y romerías de los caspolinos, pero también de abandono y expolio. En lo constructivo, en algún momento de su historia se adosó al lateral del ábside la casa del ermitaño, creando un acceso directo desde esta vivienda a la ermita a través de una abertura en el muro del ábside. Con esta nueva construcción se creó una suerte de “plaza” o espacio más o menos delimitado en el lateral del templo.

La ermita pasó a manos particulares a finales del siglo XIX o principios del XX, destinándose a corral de ganado y almacén, ocasionando un deterioro que fue acrecentado por la falta de mantenimiento.

Con la construcción del embalse de Mequinenza y el aumento del nivel de las aguas del río Ebro en 1965 se produjo la inundación del paraje del Fondón, quedando la ermita sumergida y acelerando su ruina. Fue en septiembre de 1973 cuando, aprovechando la bajada de las aguas del embalse durante tres semanas, una iniciativa popular encabezada por el Centro de Iniciativas Turísticas de Caspe consiguió poner en marcha un rápido proyecto de rescate de los restos conservados de la construcción original, gracias al cual se desmontaron y trasladaron a su ubicación actual en el cabezo de Monteagudo.

Lamentablemente, esta iniciativa, ejemplar en lo referente a la preocupación social por el patrimonio cultural, no tuvo la continuidad deseada. Trasladados los restos, no fue hasta 1981 cuando se iniciaron los trabajos de reconstrucción. En los ocho años transcurridos desde el traslado, de nuevo el abandono y el expolio se cebaron con los restos de la ermita, desapareciendo una parte importante de los mismos, incluido el arco de medio punto moldurado de la puerta lateral del siglo XVI.

Los materiales restantes permitieron la reconstrucción del ábside y el arranque de la nave, aunque la espadaña actual y el murete que la sustenta no se corresponden con la ermita original. Las actuaciones en el edificio, declarado Monumento Histórico Artístico de carácter nacional en 1982, fueron intermitentes hasta su finalización a comienzos del siglo XXI, momento a partir del cual ofrece el aspecto que se puede apreciar actualmente.

 

FUNCIÓN

La ermita de Santa María de Horta ha sido utilizada para diversos usos a lo largo de su dilatada historia. La original y principal ha sido la de lugar de culto y devoción, pero también se utilizó como corral de ganado y almacén cuando pasó a manos privadas a finales del siglo XIX o principios del XX. Actualmente, desafectada de culto, se emplea principalmente para la celebración de actos culturales y bodas civiles.

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