La Torre de Salamanca
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El general Manuel de Salamanca y Negrete al tomar posesión de su cargo como jefe de la división del Ebro y el Maestrazgo, adoptó una serie de medidas para mejorar la defensa del Ebro, entre las que se encontraba la construcción de una red de línea de torres ópticas que doblase la línea telegráfica eléctrica que ya se estaba realizando. Después del asesoramiento de la Comisión del cuerpo de ingenieros tomaron la decisión que en Caspe se construyera un fuerte de fusileros que fuera, además, un punto determinante en la defensa del río Ebro.
A través de los libros de actas municipales conocemos la fecha exacta en la comenzaron las obras : el 19 de agosto de 1875, el día anterior se reunió la corporación con los mayores contribuyentes para informar sobre una comunicación del General Salamanca en la que manifestaba que al día siguiente se iba a comenzar la edificación de las torres telegráficas de Caspe, concretamente se especificaba que tenían que levantarse dos torres, una en el cabezo de Monteagudo y otra en el cerro de Santa Bárbara (denominada Torre del Turlán, situada en la Herradura). Además, la comunicación se relacionaba con los operarios, materiales que debía proporcionar la ciudad de Caspe para empezar las obras, incluyendo el atrincheramiento de la ermita de Santa Bárbara. Se decidió aceptarlo y también nombrarla Torre de Salamanca. En la misma sesión se determinó que para realizar la administración “sencilla y económica” se nombraron dos comisiones, por un lado, la constructora, cuya misión era el control de las obras y la administrativa, que tenía que cuidar de la contabilidad.
La construcción de la torre de Salamanca estuvo salpicada de graves problemas económicos, la falta de recursos del ayuntamiento, que era el que tenía que pagar las obras. Según los ingenieros el coste de las obras ascendería a una cantidad próxima a las 12.000 reales y a partir de ahí surge el problema para su financiación. La primera medida que se tomó fue la de formar un reparto entre toda la población para cubrir exclusivamente los gastos de las obras, pero esto no se pudo realizar de manera inmediata pues necesitaba la correspondiente autorización del gobernador civil, pero esta no llegaba, entonces el ayuntamiento tuvo que llamar a los máximos contribuyentes y también se informó que Caspe tenía que contribuir con los jornales, materiales, carros y caballerías. Fueron necesarias varias reuniones con los donantes hasta que se llegó a un acuerdo en la que Valero Serrano propuso la suscripción de 500 reales de vellón a todos los presentes y contó con el apoyo de Juan Samper se abrió la suscripción, pero la aportación de todos los presentes no cubrió todo el dinero, se volvió abrir la reunión tras 15 minutos y se consiguió reunir todo el dinero entre los presentes.
También se formó una comisión compuesta por Joaquin Pérez Samper, Gerónimo Giménez y Antonio Ros Albiac que viajasen a Zaragoza y se reunieron con el Gobernador Civil de la provincia para convencerle que autorizará el reparto planteado. El modo definitivo para la financiación de la construcción gracias a la intervención de Valero Serrano sabemos que se utilizó el primer semestre del presupuesto de 1874 a 1875, con un abono que servirá para cuando se realizará el reparto de la contribución que todavía no se había ejecutado. La Torre de Salamanca se realizó con rapidez, probablemente a finales de 1875.
Torre Salamanca antes de su restauración a inicios de los años 80.
Torre de Salamanca en la actualidad.
Bibliografía:
Cortés Borroy, F. J. (1999). Caspe y el Sexenio Revolucionario, Las torres ópticas. Centro de estudios Comarcales del Bajo Aragón.